Cada día se confirma con mayor certeza que la inteligencia artificial (IA) va a ser, cuando no lo es ya, una tecnología disruptiva en cualquier situación en que se requiera recabar, estudiar, tratar o producir información, y las auditorías de sistemas de gestión en todos sus ámbitos (calidad, medio ambiente, prevención de riesgos laborales, etc.) no van a ser una excepción.

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La IA va a revolucionar la forma en que las organizaciones llevarán a cabo sus auditorías, mejorando la eficiencia, la precisión y la capacidad de obtener información valiosa.

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Uno de los principales beneficios de la IA en las auditorías de sistemas de gestión es su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos de manera rápida y precisa. Las auditorías tradicionales suelen requerir una revisión manual de una muestra de documentos y registros, proceso que consume tiempo y esté expuesto a errores humanos. Con la IA, se pueden automatizar tareas de revisión y análisis, obteniendo los resultados de forma inmediata, lo que al menos en una primera etapa del desarrollo de esta tecnología permitirá que los auditores puedan concentrarse en aspectos más estratégicos de las evaluaciones.

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Además, la IA puede identificar patrones y tendencias en los datos que podrían pasar desapercibidos para los auditores. Esto significa que las organizaciones pueden obtener una comprensión más profunda de su sistema de gestión y tomar decisiones mejor informadas para mejorarlo.

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La IA también puede ayudar a prevenir y detectar posibles problemas de manera proactiva. Mediante el análisis de datos en tiempo real, la IA puede alertar a las organizaciones sobre desviaciones o irregularidades en sus procesos en tiempo real, lo que permite tomar medidas correctivas de manera inmediata, siendo una herramienta esencial para identificar la causa de las desviaciones, evaluar su extensión dentro del sistema o de los procesos, y también para diseñar, implementar y gestionar las mejores acciones correctivas en términos de eficacia/coste.

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Algunos avances tecnológicos llaman mucho la atención momentáneamente, generando un pico de expectativas (Teoría de la curva de Gartner), pero luego su aplicación puede ser no tan masiva y quedar relegada a aspectos muy específicos de la actividad diaria. Por ejemplo, los sistemas expertos o incluso la más reciente tecnología blockchain, realmente ayudan a resolver muy eficazmente problemas específicos, pero su trascendencia para la sociedad es muy relativa en comparación con la que la IA tiene ya y, sobre todo, con la que va a adquirir a partir de este momento. La IA es, posiblemente, la revolución tecnológica más disruptiva que va a afrontar la humanidad nunca; ya está aquí y ha venido para quedarse, y va a cambiar la forma en que los humanos se van a relacionar con el medio y también entre sí.

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Obviamente, ya está afectando a muchos tipos de trabajos y cada vez lo va a hacer con mayor intensidad. Muy pocos ámbitos se quedarán fuera de su impacto y quien no se adapte dejará de ser competitivo, hará peores diseños o diagnósticos, obtendrá resultados menos fiables, desarrollará trabajos de forma menos eficiente... Las auditorías de calidad son un ámbito especialmente susceptible de ser avasallado por la IA.

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En resumen, en poco tiempo la IA va a provocar una transformación abrupta y perturbadora en todos los ámbitos, incluido (seguro) el sector de las auditorías de calidad. Para las entidades de certificación y para los auditores va a ser en el muy corto plazo una herramienta imprescindible, pero a medio plazo se convertirá en un riesgo muy serio para la continuidad de la actividad. La pregunta no es si podremos tenerla siempre a nuestro servicio, esto lamentablemente hay que descartarlo, sino ¿cuánto falta para que las IAs de las organizaciones se relacionen directamente con las de los dueños de las normas? El futuro ya está aquí, y ha llegado sin avisarnos.

 

Matías Romero Olmedo

CEO de ACERTA